lunes, 11 de noviembre de 2013

Mis fines de semana

La semana pasada se me hizo corta y el fin de semana me ha cundido (vamos, todo lo contrario al puente, que me supo a poco). Y eso que el ambiente por las mañanas cuando voy al trabajo ya empieza a ser invernal, a pesar de que el cambio de hora nos devolvió algo de luz a primera hora de la mañana...!a ver si ahora va a resultar que el invierno me cunde más que el verano!


El fin de semana me he hartado de comer.

El Sábado quedé con unos amigos a conocer otra de las barrigas que, pronto, se transformará en un bebé. Parece mentira que viviendo tan cerca no quedemos más. Tuvimos cena de picoteo, cervezas y mucha charla de bebés. Mi novio se subía por la paredes, pero es que no lo podemos evitar, nos juntamos cuatro chicas y que si epidural, que si carritos de segunda mano que si qué caro hacer la huella del bebé en cerámica...

Al final ellos en una esquina hablando de coches. Tópico donde lo haya.


El Domingo fui, sorteando basura (pensaba hacer un post sobre la huelga, pero no sé si debo), a Antón Martín a comer con unas amigas de la Uni y sus maromos. Yo fui de Rodríguez, al parecer A. tenía miedo de que siguiésemos hablando de bebés.

Comimos en Casa Pachuco. El sitio es cuco, como todos los bares modernillos de la zona, que tiene cada vez mejor pinta, y la carta muy original pero, como casi todos los bares de la zona, es pequeño y, al tener una cocina muy limitada, los platos salían lentiiiiisimos. Nos levantamos a las 17h (empezamos a las 14:30) y ni siquiera tomamos el café allí.

Os lo recomiendo pero mejor para una cena entre semana o en algún momento que no esté tan lleno.

No hice fotos porque, aunque intento volverme una moderna-de-mierda aún se me olvida el Instagram y que está de moda fotografíar todo lo que se ingiere, pero tomamos ensalada de espinacas, berenjena rellena, huevos con setas y dos platos que me encantaron: ceviche de lubina y papaya (estaba que te mueres, a menos que odies el cilantro) y quinotto...SI!!!! por fín probé la quinoa, en este caso cocinada como un arroz negro. Buenísima.

Luego J. nos invitó a su casa a tomar té/café y los postres que le habían sobrado de la cena que había montado la noche anterior. Este chico nos cae muy bien, y si encima invita a tarta de manzana, de chocolate (vegana) y trufas...pues pa´qué queremos más.

Acabé reventada, pero salí a dar una vuelta con A. Este chico corta mi vena diogenera, y eso no es bueno. Vi una maleta verde al lado de un contenedor que tenía una pinta maravillosa, pero no me dejó llevármela (y claro, como me quedaba en su casa no era cuestión de ponerme muy tonta). El caso es que dormí fatal. Os parecerá una gilipollez, pero he dormido mal pensando en la puñetera maleta. Bueno, en la maleta y en otras cosas que, a lo largo de los años, por una razón o por otra, no rescaté de los contenedores desde los que me tentaban.

Un minuto de silencio por la funda de cojín, la silla con la tapicería rota, los bártulos de la casa de mi tía (que tiró a escondidas) y la maleta verde, por favor
 
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Pero bueno, para consolarme, aunque fue en vano, del disgusto de la maleta A. me invitó a cenar en un nuevo libanés que han abierto en el barrio. Os lo recomiendo totalmente. Todo estaba riquísimo y el dueño y la camarera que nos atendió eran un encanto.



Además, es barato y nos invitaron a un té con pastelitos. Espero que les vaya fenomenal.



 

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